Concha
Caballero (Baena,
Córdoba, 1956)
Es licenciada en Filología Hispánica y profesora de Literatura en un
instituto público.
Hace ya unos años pasó, felizmente, del
ejercicio de la política a ser analista y articulista de diversos medios de
comunicación (El País, Por ahora, de la SER, Meridiano, de Canal Sur
Televisión). Amante de la literatura. Firmemente humana con los temas sociales.
Cuando termine la
recesión habremos perdido 30 años en derechos y salarios...
Un buen día del año 2014
nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de
tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos
harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay
síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas.
Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que
depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a
poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Un buen día del año 2014,
la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos
agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las
políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por
supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la
imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza
nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo
habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—,
cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y
contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
Un buen día del año 2014,
cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando
el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto;
cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan
en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte
de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de
personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con
tal de huir del infierno de la desesperación, ENTONCES LA CRISIS HABRÁ
TERMINADO.
Un
buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya
conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar
rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca;
cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando
nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando
las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que
necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, ENTONCES SE
HABRÁ ACABADO LA CRISIS.
Un
buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda
la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo
en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del
miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con
otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, ENTONCES NOS
ANUNCIARÁN QUE LA CRISIS HA TERMINADO.
Nunca
en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han
bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y
extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había
conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en
este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los
combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.
Por eso, no solo me
preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran
triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más
cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que
tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa.
De
momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a
sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco
más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y voilà:
su obra estará concluida. Cuando el calendario marque cualquier día del año
2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta,
decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas
condiciones de nuestra rendición.
Uno de los artículos más lúcidos y nítidos que he leído últimamente.
Si estáis de acuerdo con su contenido, difundir entre los amigos, merece la
pena.
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