domingo, 13 de mayo de 2012
CRÓNICA: Pedro Arriola, sociólogo de Mariano Rajoy, «No se incendiará la calle. Hay dos colchones: los 30.000 millones al desempleo y las familias»
«No se incendiará la calle. Hay dos colchones: los 30.000 millones al desempleo y las familias» El peor momento fue cuando le tuvo que decir a Rajoy en 2004 que perdía las elecciones «La crisis se come todo, pero mi cliente volverá a ganar las elecciones. Cuenta con mucho tiempo»
.
En hindú gurú significa «maestro espiritual». En Pedro Arriola Ríos
(Sevilla, 1948) se puede percibir durante horas de conversación
inagotable que resulta, en el más puro estilo andaluz, algo de maestro,
incluso mucho, pero muy poco de espiritual que no sea pegado a la
realidad, al dato frío, tabulable e interpretable acerca del turbulento
acontecer sociológico español.
Estudió Económicas en Málaga y Políticas en Madrid, pero para su DNI es sólo «sociólogo», con José Jiménez Blanco y Francisco Murillo Ferrol de maestros. Es el sociólogo español más influyente de todos los tiempos. En su haber figura haber colocado en La Moncloa a dos presidentes: Aznar en 1996 y Rajoy en 2011. Es el creador del arriolismo que ha sentado cátedra en la vida política española. Es la primera vez en 23 años que este abuelo feliz se sienta a dar un repaso a su vida con un periodista.
«Es el tipo más endemoniadamente profesional que conozco; su amante es el dato y con el dato en la mano no se casa con nadie», afirma otro especialista en sociología política. Algo que corrobora sin pestañear un antiguo y alto dirigente del PP: «Arriola tiene dos o tres principios básicos que aplica a machamartillo y de ahí no sale... El problema para sus enemigos es que suele llevar razón... Al fin y al cabo es el único consultor que ha conseguido que sus dos clientes hayan sido presidentes del Gobierno».
Arriola, el sociólogo español con más mítica en sus alforjas y más leyendas urbanas a sus espaldas, los fines de semana y durante lo vacacional sólo es «el marido de la Villalobos». Y de lunes a viernes es el asesor áulico del presidente del Partido Popular (no del jefe de gobierno, que puede coincidir).
La rotonda del hotel Palace es el mejor cobijo para encender la tea de una larga conversación adentrándonos en los pliegues de la reciente Historia de España. «No me meto en batallitas políticas y nunca en cosas del Gobierno... Distingo muy bien entre el presidente del Gobierno y el del PP… No soy proactivo en temas de gobierno, oiga. Mire, la política de comunicación del presidente la marcan la vicepresidenta y la secretaria de Estado y yo no entro en esos asuntos de Moncloa para nada... ¡Créame!».
PREGUNTA.- ¿Por qué fue Rajoy y no Rato, por ejemplo?
RESPUESTA.- La política está regida por el principio de la incertidumbre y al final al puente de mando llegan los que tienen que llegar, es casi una selección darwiniana…
Aún así, sostiene que Rajoy «sí habla, tiene presencia en el Parlamento, lo que pasa es que no tanto como los medios piden, unos medios -«muertos por el cambio tecnológico»- que exacerban la opinión, buscan el follón permanentemente... Ahí está el icono Mourinho... Importa más lo que dice que lo que hace… No le van a marcar el paso al presidente…»
Hay una operación de reforma de la Nación anunciada en el discurso de investidura -«en el que algo tuve que ver yo»- que es lo que se debe explicar al pueblo, así como la culminación de la reforma del sistema financiero, que es «un asunto clave para nuestro futuro». Fue iniciativa de PA (Pedro Arriola) reformar la Constitución para poner un tope al déficit -expresada por Rajoy en 2010- y comprada por Zapatero en 2011.
P.- ¿El mito Arriola?
R.- Se dicen tantas cosas de mí... Yo no hago caso, me debo a mi cliente, su opinión es la única que me preocupa... Por cierto, jamás he cobrado un solo euro del presupuesto público...
P.- ¿Qué tiene que hacer el Gobierno en momentos como el actual?
R.- Todo el Gobierno tiene que explicar lo que hace, teniendo muy presente que cada medio filtrará esas explicaciones en función de su dependencia ideológica, intereses, etc...
P.- ¿Pero cual es la realidad que percibe el sociólogo?
R.- Hay una crisis castiza, genuinamente española, que se hubiera producido igual sin las subprime... Nuestro gran problema es la falta de competitividad y la crisis de la deuda, pero las familias y las empresas están devolviendo sus créditos, salvo un porcentaje menor, y esto es algo muy importante a la hora de hacer un análisis serio...
La gran cuestión que sobrevuela es si aguantará esto en la situación actual.
P.- ¿Arderá la calle en España?
R.- No. Supimos aguantar en 1994 y no olvide que en el 1996 trabajaban 12 millones de españoles. Hoy trabajan 17 millones, aunque es cierto que hemos perdido tres millones de empleos... Es grave pero se puede recuperar ese nivel de empleo, con esfuerzo, sacrificio e inteligencia, naturalmente.
P.- ¿Entonces, ¿dónde radica el gran problema de España?
R.- Desde mi punto de vista el gran problema, aunque hay otros, es que un millón largo de jóvenes abandonaron sus estudios en los años anteriores para ganar 2.200 euros en la construcción y ahora no tienen nada que hacer... Ni estudios ni construcción. Es un verdadero problema.
P.- Frente a eso, ¿qué hace el presidente?
R.- Trata de taponar la herida para que el enfermo no se le vaya. Pero no se puede olvidar que el Plan de Estabilidad lo firma ZP... Y hay que cumplirlo sí o sí... Rajoy tiene claro que no habrá confianza si no hay cumplimiento... Las cosas están muy mal, sí, pero, oiga, están ya acotadas y tras el ajuste vendrá la recuperación, seguro.
El consejero Arriola, un hombre que sigue escribiendo a lápiz -como mucho, con la estilográfica-, cree en España. «Es un país con base, pero hay que poner en orden las cuentas y terminar con el despilfarro. Es lo que está haciendo básicamente el presidente: primero intentar que el enfermo no se le desangre y luego ponerle a andar... No hay otra manera que la administración de lo cotidiano...».
Pero cualquier similitud con Grecia es pura coincidencia. «Habrá incendios, sin duda, pero no se incendiará la calle. Aquí hay dos colchones fundamentales, los 30.000 millones en prestaciones al desempleo y las familias...». Observa que España es hoy un país deseoso de compartir «cualquier alegría» en la calle, colectivamente y que se abraza, por ejemplo, en torno a los éxitos deportivos.
P.- El desgaste es enorme...
R.- Todos los gobiernos en situación de crisis dejan jirones en las cunetas, la crisis se come todo lo que encuentra a su paso, la gente se niega a vivir peor.
Aun así, está convencido de que su «cliente» volverá a ganar elecciones: «Tiene dos enorme cartas en su manga: cuenta con mayoría absoluta y tiempo, mucho tiempo por delante...». Con eso tiene que jugar «y jugar hábilmente...».
P.- ¿Cómo es Rajoy? Ese arcano galaico...
R.- Es un hombre que escucha y escucha bien.
P.- ¿Y a qué aspira?
R.- Creo que a pasar a la Historia como una persona seria.
P.- ¿Por qué sigue siendo rechazado por un sector de la derecha?
R.- Bien, Mariano no hace caso a ese sector. Es persona centrada, nada doctrinario, pragmático, que cree en la gestión de lo público y que durante 30 años ha estado perdiendo dinero con la política....
El peor momento fue cuando le tuvo que decir en 2004 que perdía las elecciones cuando todo estaba diseñado para seguir en el poder.
P.- ¿Qué opina de Zapatero?
R.- Creo que fue un presidente cargado de buenas intenciones y profundamente equivocado. Se creía lo que decía....
P.- ¿Y de Aznar?
R.- Pasará a la Historia como un presidente que entregó una España infinitamente mejor que la que recogió.
¿Quién es de verdad y en esencia Pedro Arriola, el hombre del lápiz y la estilográfica? «Soy persona desinteresada, el presidente lo sabe, ésa es mi fuerza, no aspiro a ascender, ni a cargos, y procuro no decir muchas tonterías, llevo 23 años haciendo lo mismo y estoy encantado con mi trabajo».
Pocos saben que es sobrino-nieto del poeta Juan Ramón Jiménez. De la clase media, decide matricularse en Económicas en Málaga (1965), luego también estudiaría Políticas, dirigiendo parte del movimiento estudiantil en el campus.
Contrariamente al cliché general, Pedro no militó en partido alguno durante su etapa universitaria. Celia Villalobos, a la que conoció en aquella ciudad, sí militó en el PCE.
-Era un líder estudiantil sin militancia, detenido durante un estado de excepción... Luché por la desaparición del franquismo como joven rebelde y airado, pero sólo era un marxólogo, nunca marxista.
Tras un breve paso por una entidad financiera en Málaga (74-77), Arriola es fichado por una empresa de relaciones laborales que trabaja para la incipiente CEOE, donde se especializa en la negociación de convenios colectivos, lo que le acreditará como un consumado negociador, razón fundamental para que Aznar le encargue reunirse con ETA en 1999.
Su amigo de aquellos años en la organización patronal, Cristóbal Montoro, llegaría a la política de su mano y después de haberle recomendado al jefe de la derecha que contratara al catedrático de Hacienda Pública como profesor particular de Economía.
«aznar estaba solo»
Su vida cambiaría en 1987 tras una cena en el afamado restaurante Viridiana (de Abraham García) que convoca Aznar, a la que acude con Ana Botella, y Celia Villalobos con Arriola. También asiste Rodrigo Rato y su entonces mujer, Ángeles Alarcó. Aznar y Celia son diputados de AP y congenian. «En esos momentos, tras muchos avatares, José María era candidato en Castilla y León... Estaba abandonado por el partido, muy solo, tenía que ganar unas elecciones con el felipismo en su cénit…Así que, gratia et amore, le dije que sí, que le echaría una mano preparando textos, leyendo encuestas, en fin».
La noticia es que JMA ganó esas elecciones. Sorpresivamente. Y ambas carreras, a partir de ese momento, corren en paralelo. Asesor y asesorado. «A Aznar siempre le vi como el hermano menor que nunca tuve... Tenía una seguridad aplastante y una determinación brutal después de tomar una decisión».
Durante la corta etapa de poder castellano, la relación se consolida [gratia et amore, Arriola dixit], que Aznar siempre ha sido muy mirado para el dinero. Arriola es una referencia para el joven presidente, una garantía en el análisis, un confesor que le ofrece confianza. Durante sus constantes viajes de Valladolid a Madrid las citas siempre pasan por el Palace.
«Aznar quería quedarse los cuatro años de legislatura en Castilla y León; ello hubiera cambiado su historia por completo, la del PP y la de España... No quería enfrentarse a Felipe González en 1989 de forma tan apresurada y sin rigor (algo que llevan los diablos a un personaje tan metódico) pero me dijo: "Si el partido y Fraga me lo piden, no puedo decir no"».
Durante una cena en El Cenador del Prado, Rato y Arriola establecen la estrategia de la campaña de 1989 sobre la base de ¡palabra! y la austeridad. Las dos notas más valoradas en Aznar durante sus 18 meses en Castilla y León. El 29-O arroja un resultado «aceptable» para Aznar -ya totalmente entregado a la lupa de Arriola-, que saca algunos votos más que su antecesor, Fraga. «Pero no eres alternativa, José María, no lo eres, no te confundas...», le repetía su gurú.
Lo sustancial para Pedro, antes como ahora, es el desgaste del adversario. Felipe, «el más formidable comunicador que he conocido, el hipercarismático», se deja una decena de escaños, pero el PP en aquel 89 seguía muy lejos de desalojar al PSOE del poder. Aunque para Arriola la máxima sigue siendo válida: «El carisma lo da el poder».
-A partir de ahí empezó el gran salto de la derecha de Fraga a la de Aznar. Le subrayé que tenía que centrar el partido y golpear en las grandes bolsas de votos, pero sin prisa porque el PSOE todavía tenía mucho fuelle...
Una vez instalado en la presidencia del PP, Aznar le pide que trabaje para él de forma «casi exclusiva». Arriola no hace encuestas, aunque las encarga y las interpreta. La misión fundamental con sus dos clientes populares es aventurar, relacionando los datos de las encuestas, el pensamiento del pueblo y «a partir de ahí construir una estrategia para conquistar el poder o mantenerlo».
Desde 1989 a 2012 el contrato de servicios del Instituto de Estudios Sociales (IES) con el PP se ha renovado año tras año. Arriola aceptó trabajar para Aznar «porque vi en él una gran determinación de vencer» y tomó en consideración las peticiones de Celia, que había trabado amistad con el futuro presidente, de quien terminaría siendo gran amigo. En dicho contrato, que se conserva en su literalidad 23 años después, se especifica: «IES no podrá prestar servicio ni facturar a ninguna administración gobernada por el PP», así como «que atenderá exclusivamente al presidente del partido y en caso de ausencia del mismo al secretario general».
Arriola creyó ver desde el primer momento que JMA, pese a su apariencia física, era un líder nato.
-Tenía visión global, no era nada burocrático pese a ser inspector fiscal, agradecía la ayuda y era persona cabal. Acabamos siendo amigos, aunque yo siempre apelo a la separatividad. Un asesor tiene que huir de la afectividad con el cliente.
De tal manera que Arriola aprovecha una invitación del Departamento de Estado y se larga un mes completo a EEUU. Busca distancia y observatorio objetivo. El Aznar de 1990 «estaba verde» como gran líder nacional. Había que prepararle y trabajarle… «Pero su ambición política podía con todo. Si un dirigente en la oposición actúa con coherencia, paciencia y determinación estará siempre en disposición de ganar... Si el que está en el poder se derrumba...».
La conocida como la «pizarra de Arriola» en la jerga interna es lo que marca la pauta en el partido y en el Gobierno. Antes y ahora. Entonces esa pizarra marcaba que antes de ganar el poder de la nación había que ir alcanzando objetivos concretos, «hitos» en el camino definitivo.
-Así caen los ayuntamientos de Sevilla, Málaga, Valencia, Madrid… Dejan de ser socialistas... Porque quien gana una elección gana dos, salvo catástrofes.
En 1996 ya no cabía ninguna duda. González se desplomaba y no había otra alternativa que la del niño de Arriola. Pocos meses antes había hecho fortuna una frase tan anodina como «¡váyase, señor González!», salida de su factoría.
El anonimato total que siempre persiguió este menudo andaluz, de notable capacidad de convicción que busca insistentemente ante su interlocutor, mano izquierda para la intriga y para, astuto, sacar del error propio ventaja, ha sustanciado, además del elemento «mítico» que acompaña este tipo de procederes secretos, una orgía de leyendas urbanas entorno al personaje y su poder en el más puro Rasputín style.
«TODO MENOS DINERO, JOSÉ»
Negar, sin embargo, su enorme influencia ante los dos primeros ministros que hasta la fecha ha tenido el centroderecha desde la restauración democrática es ir contra la realidad histórica. Ese anonimato estalló cuando a comienzos de noviembre de 1998 el presidente Aznar le llama un día a su despacho.
-Tengo que pedirte un favor...
-Tú dirás, presidente. Todo menos dinero, José María... Ya sabes, como presidente del Gobierno te hago favores, como presidente del partido te cobro...
-Quiero que formes parte de un equipo, junto con Martí Fluxá y Zarzalejos, para saber de qué va eso de la tregua de ETA. El obispo Uriarte es el interlocutor a través de Mayor Oreja. Sólo ver qué quieren e informarme de ello...
El presidente sabe que a Pedro aquello le horroriza porque estará en las primeras páginas de los diarios, pero quiere aprovechar su capacidad de negociación y su habilidad si ello fuera posible. Antes de volar a Suiza se reúnen con Batasuna en un chalé de la provincia de Burgos y cuando llegan al lugar secreto del país helvético acordado con la banda, además de Mikel Antza, PA se encuentra frente a frente con Belén González-Peñalba, Carmen, que toma notas por parte de ETA. Los etarras habían dejado una silla vacía porque el entonces jefe de la banda criminal había sido detenido unos días antes en Francia.
Belén y Arriola no dejaban de mirarse fríamente, persistentemente. Los terroristas no hacía mucho que había intentado acabar con la vida de Celia Villalobos, entonces alcaldesa de Málaga, y al no conseguirlo por mera casualidad, al variar su itinerario en el último momento, decidieron llevarse por delante al matrimonio sevillano Jiménez Becerril, íntimos de Celia.
P. - ¿Qué se siente?
R.-No se puede explicar fácilmente… Una asesina que quiere pactar contigo…
Arriola no se despidió de la etarra, tampoco sus compañeros de delegación. No hubo segunda reunión. El acta se hace bajo puño y letra del obispo Uriarte y tanto Martín Fluxá como Arriola entregan sus papeles a Javier Zarzalejos «para que consten ante la Historia».
Durante el aznarato (1996-2004) PA es una garantía que conduce hasta el primer ministro. Indefectible e ininterrumpidamente; pero contrariamente a lo que sostienen sus enemigos -que los tiene dentro del PP y sus terminales mediáticas, numerosos, interesados y acendrados- no es persona el sevillano que baile el agua a sus clientes.
Lo más difícil que tuvo que decirle a Aznar fue cuando el secuestro de Miguel Ángel Blanco. Arriola se encontraba en Perú. Habló desde Lima con el vicepresidente Cascos.
P. - ¿Qué le dijo?
R.- Paco, vosotros sabéis perfectamente lo que tenéis que hacer; llevaréis toda la vida la imagen de Miguel Ángel, pero si cedéis al movimiento de presos por la vida del concejal habréis liquidado a España y a vosotros mismos...
El 1 de septiembre de 2003, Aznar decide hacer público su testamento sucesorio a favor de Mariano Rajoy, que es nombrado ipso facto candidato electoral y secretario general del PP. Arriola algo tuvo que ver también -en mera consultoría, of course-, con esa decisión, al menos en cuestión de papeles.
Pues bien, resulta que cuando eso se produce, su obediencia es al «presidente», no al «secretario general»... «Mera cuestión de confianza». Rajoy le dice que continúe, «tiempo habrá de oficializar todo», al fin y al cabo «serás presidente, Mariano». Al gurú de cámara le quedaban pocas dudas de que el sucesor habitaría Moncloa en un «auténtico paseo militar... Zapatero no era alternativa en modo alguno».
Cuando estalla Atocha, Arriola apenas habla con Aznar («presidente, creo que no se debe desestimar el terrorismo islamista»), aunque la frase «si es ETA ganamos, si los islamistas, perdemos» tiene todo el marchamo arriolista. Pero, durante el día de las elecciones, sí comunica, y mucho, tanto con el presidente saliente como con Rajoy.
-La enorme movilización del voto en Cataluña me hizo sospechar, por primera vez, que podíamos perder… Así se lo transmití a ambos.
Tras la derrota, Arriola y Rajoy se van, por separado, de vacaciones a Canarias. Coinciden en el aeropuerto de Barajas donde el nuevo jefe del PP le avanza que va a continuar en política: «Pedro, te pido que te quedes y me eches una mano... No va a ser fácil pero creo que merezco una oportunidad». El primer encargo fue éste: Pedro, explícame científicamente por qué ha ocurrido lo que ha ocurrido el 14-M. Algo, por lo demás, bastante obvio.
Arriola renueva su contrato en la nueva era marianista al mismo precio más el IPC. «Me encuentro que mi nuevo niño está en política perdiendo dinero y al mismo tiempo es registrador de la propiedad. Antes ya colaboré con un inspector fiscal... Con dos funcionarios siempre hay dificultades de comunicación, pero ambos son muy disciplinados, aunque son personalidades completamente diferentes».
La dificultad de los opositores es que se aprenden el temario, pero luego en política hay que saber transmitir la información a la ciudadanía. En los papeles que PA entrega a su nuevo cliente, ya asentado en la planta séptima de Génova 13, le escribe que necesita ganar la «legitimidad interna» (su cargo se debe a un dedazo) y también la libertad completa que en ese momento no tiene. De ahí que Ángel Acebes sea secretario general y Eduardo Zaplana portavoz parlamentario.
-Lo consigue en 2008 tras el Congreso de Valencia, ahí empieza a ganar las elecciones de 2011, algo que se sustancia también en el propio discurso de investidura de Zapatero. La crisis enseñaba ya su zarpa y la suerte estaba echada... Era mera cuestión de tiempo que Mariano llegara a Moncloa... Había que dejarse ir... en volandas....
A Arriola nunca le han interesado los cargos políticos. Le interesa más su trabajo «susurrando al oído del César» y mantener su independencia. Ya en los inicios de los 80 Jorge Verstrynge le ofreció un escaño de diputado y luego vinieron otros ofrecimientos. «Aunque es obvio que tampoco estoy asesorando a los presidentes del PP por dinero».
Resulta también evidente que podría ganar mucho más fuera, a la luz del éxito de sus asesorados. Los críticos internos siempre argumentan que Arriola es «muy caro». Se habla de 600.000 euros anuales, pero PA tiene detrás un gabinete profesional en el que colaboran más de 20 personas (sociólogos, gramáticos, periodistas, economistas, etc…). Me limito a transcribir el resultado de su declaración IRPF: 204.000 euros de ingresos brutos.
Su mujer, Celia Villalobos, tan diferente a él pero a la que adora (se nota, se palpa) le suele llamar Arri y está orgullosísima de él. El volcán rojo del PP se lanza a la yugular de todo aquel(la) que osa poner en cuestión a Arri. Hay feeling en la diferencia. Aquella es una explosión en permanencia; Pedro es la exquisitez florentina.
El trabajo de Pedro crea muchas enemistades, dice Celia. «Pero yo no quiero saber más de la cuenta». Ambos comparten devoción por la literatura policiaca.
Él, de familia acomodada, que pudo ir a la universidad y vivir fuera de su ciudad, no fue un pijo al uso sevillano; le interesaban más los libros y el fútbol. Nada más nacer, su padre le hizo socio del Betis y hermano de la Macarena. No es un hoolingan al uso; le gusta ver buen fútbol, lo haga quien lo haga. No ha hecho deporte en su vida. Cuando tiene un rato libre lo dedica a la lectura. Suele ir al palco del Bernabéu acompañado de Pedro, el pequeño de tres hijos, Macarena y Amaya.
Precisamente esta última le dio su primera nieta, Cristina, en agosto de 2007. Luego han venido dos más. Le encanta meterse en tiendas de juguetes. Los tres hijos están independizados.
Ha sido con los resultados de las recientes elecciones andaluzas cuando el anti-arriolismo se ha puesto en pie de guerra. Le culpan de inducir a Javier Arenas (amigo personal del matrimonio) a una campaña sosa y de «ganador».
P.- ¿Cuál es su análisis?
R.- El PP, que ganó y por tanto ha habido un cambio político histórico, ha terminado con la hegemonía del PSOE, pero no consiguió la mayoría absoluta que necesitaba para completar el ciclo de cambio, porque en Andalucía se da un comportamiento dual entre los electores, en razón del tamaño de la población. Una parte se resiste al cambio, no por motivos políticos, sino porque vive bien así como está y no quiere cambiar... Insisto, no tanto por ideología, no, no, mucha gente está equivocada al respecto.
Lo que más preocupa al asesor presidencial es la «espiral del silencio» en ese territorio. «La gente se oculta en un porcentaje del 25-27%... Incluso para mí, la no mayoría absoluta fue una sorpresa...».
Como consultor político, Arriola sólo ha trabajado para el PP, pero no le «hubiera importado colaborar con Alfonso Guerra». Necesita «intuir algo especial» en sus clientes de este tipo para aceptar ser su gurú.
A sus 63 años, sigue siendo un españolito de clase media-alta que conlleva la esquizofrenia de asesorar a un jefe de Gobierno en «calidad de jefe del partido». «Lejos de perder un ápice de influencia, Arriola tiene en sus manos la voluntad del presidente», subraya una persona muy cercana a Rajoy. ¿Por qué? «Porque Pedro se puede equivocar, pero nunca dice tonterías…Y esto para Mariano es muy importante».
P.- Oye, Pedro, me contratarías como negro para tus memorias...
R.- No- sonríe pícaramente -no existirán nunca.
Estudió Económicas en Málaga y Políticas en Madrid, pero para su DNI es sólo «sociólogo», con José Jiménez Blanco y Francisco Murillo Ferrol de maestros. Es el sociólogo español más influyente de todos los tiempos. En su haber figura haber colocado en La Moncloa a dos presidentes: Aznar en 1996 y Rajoy en 2011. Es el creador del arriolismo que ha sentado cátedra en la vida política española. Es la primera vez en 23 años que este abuelo feliz se sienta a dar un repaso a su vida con un periodista.
«Es el tipo más endemoniadamente profesional que conozco; su amante es el dato y con el dato en la mano no se casa con nadie», afirma otro especialista en sociología política. Algo que corrobora sin pestañear un antiguo y alto dirigente del PP: «Arriola tiene dos o tres principios básicos que aplica a machamartillo y de ahí no sale... El problema para sus enemigos es que suele llevar razón... Al fin y al cabo es el único consultor que ha conseguido que sus dos clientes hayan sido presidentes del Gobierno».
Arriola, el sociólogo español con más mítica en sus alforjas y más leyendas urbanas a sus espaldas, los fines de semana y durante lo vacacional sólo es «el marido de la Villalobos». Y de lunes a viernes es el asesor áulico del presidente del Partido Popular (no del jefe de gobierno, que puede coincidir).
La rotonda del hotel Palace es el mejor cobijo para encender la tea de una larga conversación adentrándonos en los pliegues de la reciente Historia de España. «No me meto en batallitas políticas y nunca en cosas del Gobierno... Distingo muy bien entre el presidente del Gobierno y el del PP… No soy proactivo en temas de gobierno, oiga. Mire, la política de comunicación del presidente la marcan la vicepresidenta y la secretaria de Estado y yo no entro en esos asuntos de Moncloa para nada... ¡Créame!».
PREGUNTA.- ¿Por qué fue Rajoy y no Rato, por ejemplo?
RESPUESTA.- La política está regida por el principio de la incertidumbre y al final al puente de mando llegan los que tienen que llegar, es casi una selección darwiniana…
Aún así, sostiene que Rajoy «sí habla, tiene presencia en el Parlamento, lo que pasa es que no tanto como los medios piden, unos medios -«muertos por el cambio tecnológico»- que exacerban la opinión, buscan el follón permanentemente... Ahí está el icono Mourinho... Importa más lo que dice que lo que hace… No le van a marcar el paso al presidente…»
Hay una operación de reforma de la Nación anunciada en el discurso de investidura -«en el que algo tuve que ver yo»- que es lo que se debe explicar al pueblo, así como la culminación de la reforma del sistema financiero, que es «un asunto clave para nuestro futuro». Fue iniciativa de PA (Pedro Arriola) reformar la Constitución para poner un tope al déficit -expresada por Rajoy en 2010- y comprada por Zapatero en 2011.
P.- ¿El mito Arriola?
R.- Se dicen tantas cosas de mí... Yo no hago caso, me debo a mi cliente, su opinión es la única que me preocupa... Por cierto, jamás he cobrado un solo euro del presupuesto público...
P.- ¿Qué tiene que hacer el Gobierno en momentos como el actual?
R.- Todo el Gobierno tiene que explicar lo que hace, teniendo muy presente que cada medio filtrará esas explicaciones en función de su dependencia ideológica, intereses, etc...
P.- ¿Pero cual es la realidad que percibe el sociólogo?
R.- Hay una crisis castiza, genuinamente española, que se hubiera producido igual sin las subprime... Nuestro gran problema es la falta de competitividad y la crisis de la deuda, pero las familias y las empresas están devolviendo sus créditos, salvo un porcentaje menor, y esto es algo muy importante a la hora de hacer un análisis serio...
La gran cuestión que sobrevuela es si aguantará esto en la situación actual.
P.- ¿Arderá la calle en España?
R.- No. Supimos aguantar en 1994 y no olvide que en el 1996 trabajaban 12 millones de españoles. Hoy trabajan 17 millones, aunque es cierto que hemos perdido tres millones de empleos... Es grave pero se puede recuperar ese nivel de empleo, con esfuerzo, sacrificio e inteligencia, naturalmente.
P.- ¿Entonces, ¿dónde radica el gran problema de España?
R.- Desde mi punto de vista el gran problema, aunque hay otros, es que un millón largo de jóvenes abandonaron sus estudios en los años anteriores para ganar 2.200 euros en la construcción y ahora no tienen nada que hacer... Ni estudios ni construcción. Es un verdadero problema.
P.- Frente a eso, ¿qué hace el presidente?
R.- Trata de taponar la herida para que el enfermo no se le vaya. Pero no se puede olvidar que el Plan de Estabilidad lo firma ZP... Y hay que cumplirlo sí o sí... Rajoy tiene claro que no habrá confianza si no hay cumplimiento... Las cosas están muy mal, sí, pero, oiga, están ya acotadas y tras el ajuste vendrá la recuperación, seguro.
El consejero Arriola, un hombre que sigue escribiendo a lápiz -como mucho, con la estilográfica-, cree en España. «Es un país con base, pero hay que poner en orden las cuentas y terminar con el despilfarro. Es lo que está haciendo básicamente el presidente: primero intentar que el enfermo no se le desangre y luego ponerle a andar... No hay otra manera que la administración de lo cotidiano...».
Pero cualquier similitud con Grecia es pura coincidencia. «Habrá incendios, sin duda, pero no se incendiará la calle. Aquí hay dos colchones fundamentales, los 30.000 millones en prestaciones al desempleo y las familias...». Observa que España es hoy un país deseoso de compartir «cualquier alegría» en la calle, colectivamente y que se abraza, por ejemplo, en torno a los éxitos deportivos.
P.- El desgaste es enorme...
R.- Todos los gobiernos en situación de crisis dejan jirones en las cunetas, la crisis se come todo lo que encuentra a su paso, la gente se niega a vivir peor.
Aun así, está convencido de que su «cliente» volverá a ganar elecciones: «Tiene dos enorme cartas en su manga: cuenta con mayoría absoluta y tiempo, mucho tiempo por delante...». Con eso tiene que jugar «y jugar hábilmente...».
P.- ¿Cómo es Rajoy? Ese arcano galaico...
R.- Es un hombre que escucha y escucha bien.
P.- ¿Y a qué aspira?
R.- Creo que a pasar a la Historia como una persona seria.
P.- ¿Por qué sigue siendo rechazado por un sector de la derecha?
R.- Bien, Mariano no hace caso a ese sector. Es persona centrada, nada doctrinario, pragmático, que cree en la gestión de lo público y que durante 30 años ha estado perdiendo dinero con la política....
El peor momento fue cuando le tuvo que decir en 2004 que perdía las elecciones cuando todo estaba diseñado para seguir en el poder.
P.- ¿Qué opina de Zapatero?
R.- Creo que fue un presidente cargado de buenas intenciones y profundamente equivocado. Se creía lo que decía....
P.- ¿Y de Aznar?
R.- Pasará a la Historia como un presidente que entregó una España infinitamente mejor que la que recogió.
¿Quién es de verdad y en esencia Pedro Arriola, el hombre del lápiz y la estilográfica? «Soy persona desinteresada, el presidente lo sabe, ésa es mi fuerza, no aspiro a ascender, ni a cargos, y procuro no decir muchas tonterías, llevo 23 años haciendo lo mismo y estoy encantado con mi trabajo».
Pocos saben que es sobrino-nieto del poeta Juan Ramón Jiménez. De la clase media, decide matricularse en Económicas en Málaga (1965), luego también estudiaría Políticas, dirigiendo parte del movimiento estudiantil en el campus.
Contrariamente al cliché general, Pedro no militó en partido alguno durante su etapa universitaria. Celia Villalobos, a la que conoció en aquella ciudad, sí militó en el PCE.
-Era un líder estudiantil sin militancia, detenido durante un estado de excepción... Luché por la desaparición del franquismo como joven rebelde y airado, pero sólo era un marxólogo, nunca marxista.
Tras un breve paso por una entidad financiera en Málaga (74-77), Arriola es fichado por una empresa de relaciones laborales que trabaja para la incipiente CEOE, donde se especializa en la negociación de convenios colectivos, lo que le acreditará como un consumado negociador, razón fundamental para que Aznar le encargue reunirse con ETA en 1999.
Su amigo de aquellos años en la organización patronal, Cristóbal Montoro, llegaría a la política de su mano y después de haberle recomendado al jefe de la derecha que contratara al catedrático de Hacienda Pública como profesor particular de Economía.
«aznar estaba solo»
Su vida cambiaría en 1987 tras una cena en el afamado restaurante Viridiana (de Abraham García) que convoca Aznar, a la que acude con Ana Botella, y Celia Villalobos con Arriola. También asiste Rodrigo Rato y su entonces mujer, Ángeles Alarcó. Aznar y Celia son diputados de AP y congenian. «En esos momentos, tras muchos avatares, José María era candidato en Castilla y León... Estaba abandonado por el partido, muy solo, tenía que ganar unas elecciones con el felipismo en su cénit…Así que, gratia et amore, le dije que sí, que le echaría una mano preparando textos, leyendo encuestas, en fin».
La noticia es que JMA ganó esas elecciones. Sorpresivamente. Y ambas carreras, a partir de ese momento, corren en paralelo. Asesor y asesorado. «A Aznar siempre le vi como el hermano menor que nunca tuve... Tenía una seguridad aplastante y una determinación brutal después de tomar una decisión».
Durante la corta etapa de poder castellano, la relación se consolida [gratia et amore, Arriola dixit], que Aznar siempre ha sido muy mirado para el dinero. Arriola es una referencia para el joven presidente, una garantía en el análisis, un confesor que le ofrece confianza. Durante sus constantes viajes de Valladolid a Madrid las citas siempre pasan por el Palace.
«Aznar quería quedarse los cuatro años de legislatura en Castilla y León; ello hubiera cambiado su historia por completo, la del PP y la de España... No quería enfrentarse a Felipe González en 1989 de forma tan apresurada y sin rigor (algo que llevan los diablos a un personaje tan metódico) pero me dijo: "Si el partido y Fraga me lo piden, no puedo decir no"».
Durante una cena en El Cenador del Prado, Rato y Arriola establecen la estrategia de la campaña de 1989 sobre la base de ¡palabra! y la austeridad. Las dos notas más valoradas en Aznar durante sus 18 meses en Castilla y León. El 29-O arroja un resultado «aceptable» para Aznar -ya totalmente entregado a la lupa de Arriola-, que saca algunos votos más que su antecesor, Fraga. «Pero no eres alternativa, José María, no lo eres, no te confundas...», le repetía su gurú.
Lo sustancial para Pedro, antes como ahora, es el desgaste del adversario. Felipe, «el más formidable comunicador que he conocido, el hipercarismático», se deja una decena de escaños, pero el PP en aquel 89 seguía muy lejos de desalojar al PSOE del poder. Aunque para Arriola la máxima sigue siendo válida: «El carisma lo da el poder».
-A partir de ahí empezó el gran salto de la derecha de Fraga a la de Aznar. Le subrayé que tenía que centrar el partido y golpear en las grandes bolsas de votos, pero sin prisa porque el PSOE todavía tenía mucho fuelle...
Una vez instalado en la presidencia del PP, Aznar le pide que trabaje para él de forma «casi exclusiva». Arriola no hace encuestas, aunque las encarga y las interpreta. La misión fundamental con sus dos clientes populares es aventurar, relacionando los datos de las encuestas, el pensamiento del pueblo y «a partir de ahí construir una estrategia para conquistar el poder o mantenerlo».
Desde 1989 a 2012 el contrato de servicios del Instituto de Estudios Sociales (IES) con el PP se ha renovado año tras año. Arriola aceptó trabajar para Aznar «porque vi en él una gran determinación de vencer» y tomó en consideración las peticiones de Celia, que había trabado amistad con el futuro presidente, de quien terminaría siendo gran amigo. En dicho contrato, que se conserva en su literalidad 23 años después, se especifica: «IES no podrá prestar servicio ni facturar a ninguna administración gobernada por el PP», así como «que atenderá exclusivamente al presidente del partido y en caso de ausencia del mismo al secretario general».
Arriola creyó ver desde el primer momento que JMA, pese a su apariencia física, era un líder nato.
-Tenía visión global, no era nada burocrático pese a ser inspector fiscal, agradecía la ayuda y era persona cabal. Acabamos siendo amigos, aunque yo siempre apelo a la separatividad. Un asesor tiene que huir de la afectividad con el cliente.
De tal manera que Arriola aprovecha una invitación del Departamento de Estado y se larga un mes completo a EEUU. Busca distancia y observatorio objetivo. El Aznar de 1990 «estaba verde» como gran líder nacional. Había que prepararle y trabajarle… «Pero su ambición política podía con todo. Si un dirigente en la oposición actúa con coherencia, paciencia y determinación estará siempre en disposición de ganar... Si el que está en el poder se derrumba...».
La conocida como la «pizarra de Arriola» en la jerga interna es lo que marca la pauta en el partido y en el Gobierno. Antes y ahora. Entonces esa pizarra marcaba que antes de ganar el poder de la nación había que ir alcanzando objetivos concretos, «hitos» en el camino definitivo.
-Así caen los ayuntamientos de Sevilla, Málaga, Valencia, Madrid… Dejan de ser socialistas... Porque quien gana una elección gana dos, salvo catástrofes.
En 1996 ya no cabía ninguna duda. González se desplomaba y no había otra alternativa que la del niño de Arriola. Pocos meses antes había hecho fortuna una frase tan anodina como «¡váyase, señor González!», salida de su factoría.
El anonimato total que siempre persiguió este menudo andaluz, de notable capacidad de convicción que busca insistentemente ante su interlocutor, mano izquierda para la intriga y para, astuto, sacar del error propio ventaja, ha sustanciado, además del elemento «mítico» que acompaña este tipo de procederes secretos, una orgía de leyendas urbanas entorno al personaje y su poder en el más puro Rasputín style.
«TODO MENOS DINERO, JOSÉ»
Negar, sin embargo, su enorme influencia ante los dos primeros ministros que hasta la fecha ha tenido el centroderecha desde la restauración democrática es ir contra la realidad histórica. Ese anonimato estalló cuando a comienzos de noviembre de 1998 el presidente Aznar le llama un día a su despacho.
-Tengo que pedirte un favor...
-Tú dirás, presidente. Todo menos dinero, José María... Ya sabes, como presidente del Gobierno te hago favores, como presidente del partido te cobro...
-Quiero que formes parte de un equipo, junto con Martí Fluxá y Zarzalejos, para saber de qué va eso de la tregua de ETA. El obispo Uriarte es el interlocutor a través de Mayor Oreja. Sólo ver qué quieren e informarme de ello...
El presidente sabe que a Pedro aquello le horroriza porque estará en las primeras páginas de los diarios, pero quiere aprovechar su capacidad de negociación y su habilidad si ello fuera posible. Antes de volar a Suiza se reúnen con Batasuna en un chalé de la provincia de Burgos y cuando llegan al lugar secreto del país helvético acordado con la banda, además de Mikel Antza, PA se encuentra frente a frente con Belén González-Peñalba, Carmen, que toma notas por parte de ETA. Los etarras habían dejado una silla vacía porque el entonces jefe de la banda criminal había sido detenido unos días antes en Francia.
Belén y Arriola no dejaban de mirarse fríamente, persistentemente. Los terroristas no hacía mucho que había intentado acabar con la vida de Celia Villalobos, entonces alcaldesa de Málaga, y al no conseguirlo por mera casualidad, al variar su itinerario en el último momento, decidieron llevarse por delante al matrimonio sevillano Jiménez Becerril, íntimos de Celia.
P. - ¿Qué se siente?
R.-No se puede explicar fácilmente… Una asesina que quiere pactar contigo…
Arriola no se despidió de la etarra, tampoco sus compañeros de delegación. No hubo segunda reunión. El acta se hace bajo puño y letra del obispo Uriarte y tanto Martín Fluxá como Arriola entregan sus papeles a Javier Zarzalejos «para que consten ante la Historia».
Durante el aznarato (1996-2004) PA es una garantía que conduce hasta el primer ministro. Indefectible e ininterrumpidamente; pero contrariamente a lo que sostienen sus enemigos -que los tiene dentro del PP y sus terminales mediáticas, numerosos, interesados y acendrados- no es persona el sevillano que baile el agua a sus clientes.
Lo más difícil que tuvo que decirle a Aznar fue cuando el secuestro de Miguel Ángel Blanco. Arriola se encontraba en Perú. Habló desde Lima con el vicepresidente Cascos.
P. - ¿Qué le dijo?
R.- Paco, vosotros sabéis perfectamente lo que tenéis que hacer; llevaréis toda la vida la imagen de Miguel Ángel, pero si cedéis al movimiento de presos por la vida del concejal habréis liquidado a España y a vosotros mismos...
El 1 de septiembre de 2003, Aznar decide hacer público su testamento sucesorio a favor de Mariano Rajoy, que es nombrado ipso facto candidato electoral y secretario general del PP. Arriola algo tuvo que ver también -en mera consultoría, of course-, con esa decisión, al menos en cuestión de papeles.
Pues bien, resulta que cuando eso se produce, su obediencia es al «presidente», no al «secretario general»... «Mera cuestión de confianza». Rajoy le dice que continúe, «tiempo habrá de oficializar todo», al fin y al cabo «serás presidente, Mariano». Al gurú de cámara le quedaban pocas dudas de que el sucesor habitaría Moncloa en un «auténtico paseo militar... Zapatero no era alternativa en modo alguno».
Cuando estalla Atocha, Arriola apenas habla con Aznar («presidente, creo que no se debe desestimar el terrorismo islamista»), aunque la frase «si es ETA ganamos, si los islamistas, perdemos» tiene todo el marchamo arriolista. Pero, durante el día de las elecciones, sí comunica, y mucho, tanto con el presidente saliente como con Rajoy.
-La enorme movilización del voto en Cataluña me hizo sospechar, por primera vez, que podíamos perder… Así se lo transmití a ambos.
Tras la derrota, Arriola y Rajoy se van, por separado, de vacaciones a Canarias. Coinciden en el aeropuerto de Barajas donde el nuevo jefe del PP le avanza que va a continuar en política: «Pedro, te pido que te quedes y me eches una mano... No va a ser fácil pero creo que merezco una oportunidad». El primer encargo fue éste: Pedro, explícame científicamente por qué ha ocurrido lo que ha ocurrido el 14-M. Algo, por lo demás, bastante obvio.
Arriola renueva su contrato en la nueva era marianista al mismo precio más el IPC. «Me encuentro que mi nuevo niño está en política perdiendo dinero y al mismo tiempo es registrador de la propiedad. Antes ya colaboré con un inspector fiscal... Con dos funcionarios siempre hay dificultades de comunicación, pero ambos son muy disciplinados, aunque son personalidades completamente diferentes».
La dificultad de los opositores es que se aprenden el temario, pero luego en política hay que saber transmitir la información a la ciudadanía. En los papeles que PA entrega a su nuevo cliente, ya asentado en la planta séptima de Génova 13, le escribe que necesita ganar la «legitimidad interna» (su cargo se debe a un dedazo) y también la libertad completa que en ese momento no tiene. De ahí que Ángel Acebes sea secretario general y Eduardo Zaplana portavoz parlamentario.
-Lo consigue en 2008 tras el Congreso de Valencia, ahí empieza a ganar las elecciones de 2011, algo que se sustancia también en el propio discurso de investidura de Zapatero. La crisis enseñaba ya su zarpa y la suerte estaba echada... Era mera cuestión de tiempo que Mariano llegara a Moncloa... Había que dejarse ir... en volandas....
A Arriola nunca le han interesado los cargos políticos. Le interesa más su trabajo «susurrando al oído del César» y mantener su independencia. Ya en los inicios de los 80 Jorge Verstrynge le ofreció un escaño de diputado y luego vinieron otros ofrecimientos. «Aunque es obvio que tampoco estoy asesorando a los presidentes del PP por dinero».
Resulta también evidente que podría ganar mucho más fuera, a la luz del éxito de sus asesorados. Los críticos internos siempre argumentan que Arriola es «muy caro». Se habla de 600.000 euros anuales, pero PA tiene detrás un gabinete profesional en el que colaboran más de 20 personas (sociólogos, gramáticos, periodistas, economistas, etc…). Me limito a transcribir el resultado de su declaración IRPF: 204.000 euros de ingresos brutos.
Su mujer, Celia Villalobos, tan diferente a él pero a la que adora (se nota, se palpa) le suele llamar Arri y está orgullosísima de él. El volcán rojo del PP se lanza a la yugular de todo aquel(la) que osa poner en cuestión a Arri. Hay feeling en la diferencia. Aquella es una explosión en permanencia; Pedro es la exquisitez florentina.
El trabajo de Pedro crea muchas enemistades, dice Celia. «Pero yo no quiero saber más de la cuenta». Ambos comparten devoción por la literatura policiaca.
Él, de familia acomodada, que pudo ir a la universidad y vivir fuera de su ciudad, no fue un pijo al uso sevillano; le interesaban más los libros y el fútbol. Nada más nacer, su padre le hizo socio del Betis y hermano de la Macarena. No es un hoolingan al uso; le gusta ver buen fútbol, lo haga quien lo haga. No ha hecho deporte en su vida. Cuando tiene un rato libre lo dedica a la lectura. Suele ir al palco del Bernabéu acompañado de Pedro, el pequeño de tres hijos, Macarena y Amaya.
Precisamente esta última le dio su primera nieta, Cristina, en agosto de 2007. Luego han venido dos más. Le encanta meterse en tiendas de juguetes. Los tres hijos están independizados.
Ha sido con los resultados de las recientes elecciones andaluzas cuando el anti-arriolismo se ha puesto en pie de guerra. Le culpan de inducir a Javier Arenas (amigo personal del matrimonio) a una campaña sosa y de «ganador».
P.- ¿Cuál es su análisis?
R.- El PP, que ganó y por tanto ha habido un cambio político histórico, ha terminado con la hegemonía del PSOE, pero no consiguió la mayoría absoluta que necesitaba para completar el ciclo de cambio, porque en Andalucía se da un comportamiento dual entre los electores, en razón del tamaño de la población. Una parte se resiste al cambio, no por motivos políticos, sino porque vive bien así como está y no quiere cambiar... Insisto, no tanto por ideología, no, no, mucha gente está equivocada al respecto.
Lo que más preocupa al asesor presidencial es la «espiral del silencio» en ese territorio. «La gente se oculta en un porcentaje del 25-27%... Incluso para mí, la no mayoría absoluta fue una sorpresa...».
Como consultor político, Arriola sólo ha trabajado para el PP, pero no le «hubiera importado colaborar con Alfonso Guerra». Necesita «intuir algo especial» en sus clientes de este tipo para aceptar ser su gurú.
A sus 63 años, sigue siendo un españolito de clase media-alta que conlleva la esquizofrenia de asesorar a un jefe de Gobierno en «calidad de jefe del partido». «Lejos de perder un ápice de influencia, Arriola tiene en sus manos la voluntad del presidente», subraya una persona muy cercana a Rajoy. ¿Por qué? «Porque Pedro se puede equivocar, pero nunca dice tonterías…Y esto para Mariano es muy importante».
P.- Oye, Pedro, me contratarías como negro para tus memorias...
R.- No- sonríe pícaramente -no existirán nunca.
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