De la que se ha librado la izquierda
Publicado en
14
mayo, 2014 de lucasleonsimon
Estaba todo preparado. Todas las baterías cargadas.
Todas las cavernas dispuestas. A la campaña electoral de la derecha le estaba
faltando un muerto. A su épica de mártires de la razón democrática le faltaba
una víctima. Cuando determinado status social piensa que con su demagogia
habitual no les vale, siempre buscan una aportación funeraria.
Han vivido como usufructuarios de la violencia de ETA
y poco más tenían que aportar. Les salió el tiro por la culata judicial con los
escraches y sus coliflores mentales andaban navegando a ver lo que encontraban.
El pasado lunes parecieron tocar diana. Una presidenta
de diputación muerta a tiros. Los “bienpagaos” de las tertulias, la razón
cavernaria, el abecedario facha, los inmundos, la carcundia de los obispos… se
lanzaron a degüello.
El clima de crispación social, la exasperación
dialéctica de la izquierda que no es capaz de soportar 6 millones de
parados, ni 300.000 desahucios, ni unos “equitativos” recortes produce la
“muerte de sangre inocente”.
La sangre inocente tenía 13 cargos retribuidos,
cobraba más de 150.000 euros al año, estaba procesada por manipular unas
oposiciones, era la cacique provincial de su partido y cargaba como dietas de
desplazamiento el menor de sus viajes.
Pero, oh, sorpresa, la homicida no era ningún minero
hijodeputa, ni ningún jornalero atraca-supermercados, ni ningún desahuciado por
un banco suizo. No, la homicida era del mismo partido, de la misma tendencia,
esposa (despechada) de un hombre profesional del orden, había además, oscuras
relaciones interpersonales, el despido de una hija, un kilo de marihuana y un
sombrero vikingo de por medio.
A la caverna se le había pinchado el preservativo. El
aborto del tema no lo arreglaba ni Gallardón. La rabia y la impotencia por lo
que podía haber sido y no fue le salía en forma de baba, como espumarajo, por
la boca de los ministros capellanes. Los grandes editoriales de la prensa del
régimen y de los bancos quedaban aplazados o tenían que dar un giro.
Vivo en una tierra que utiliza la escatología como
fórmula descriptiva. Hago honor a ella y a mis raíces: ¡Se han comido una
mierda¡ Y hay quien avanza más y resalta el tamaño: ¡Cómo el sombrero un
picaor!
Pues eso.
¡Marchando
una de calamares!
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