
Con el correr de los años, fui variando las nociones, lo sabido, cambié paisajes y amigos, pero siempre estuve conmigo, limpié imágenes, descubrí colores que van del blanco hasta el negro y cantidad de respuestas que contestan mis preguntas, ninguna me conformó, me di cuenta que si por solo un instante alguna de esas respuestas, hubiese sido aceptada, la magia de la existencia ya no sería, tal vez en ese rechazo solo quería existir, para seguir preguntando y dudar de otras opciones.
Con el tiempo a cuestas, y ya abuelo, uno se pone más flexible, menos preguntón, se acepta el devenir como
sale, se empieza a cotizar el día a día, se focaliza, se arraiga, se deja de querer controlar lo incontrolable, se valora
una mínima compañía, se contrae la razón y en esa contracción, se da paso a la emoción, que dormida, dejaba espacios en
blanco, se busca ese sano equilibrio que otorga la madurez, se renace, se comparte, se acepta y se fluye alegre a ese
destino incierto,pero ya asegurada la sucesión que le da magia a la vida… y que para mi ahora incluye a Juan y Daniel.
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