Se pregunta (y nos pregunta) Antonio Lucas en un doloroso lamento poético "hasta cuándo aguantar la abultada humillación impuesta y esa terca voluntad de que no seamos, de que no existamos, de que no levantemos la voz ni la cabeza", y puede que la respuesta comenzara a forjarse hace un par de temporadas, cuando la indignación fue elevada a categoría de acontecimiento universal. Lo jodido es que el invento aún no ha terminado de fraguar y que el padre de la criatura, Stéphane Hessel, ya no podrá ver culminado su proyecto. Así que la respuesta, "my friend" Lucas, "is blowin' in the wind"; pero la ciudadanía se ha echado al monte para darle caza y no tardará mucho en cobrarse tan preciada pieza.
La furia española. Por Manuel Tirado en: Península Histérica
La indignación que los casos de corrupción provocan en la ciudadanía podría clasificarse en tres apartados. El primero lo protagoniza la indignación más inmediata, aquella que aparece a medida que se descubren los detalles de cada caso. El segundo surge al poco tiempo como reacción a las decepcionantes respuestas que dan los partidos políticos que están involucrados. El tercero y último: son los posos de desconfianza general que unas y otras actuaciones van dejando en la sociedad.
El resultado de todo ello es la desafección política, que es un problema grave. Lo será más si deja de estar vinculada a los acontecimientos coyunturales (los casos de corrupción o las consecuencias de la crisis económica) y se convierte en un aspecto estructural del sistema político. Algunos quizás confíen en que la mejora de la situación económica o el olvido lo cure todo, como ya ocurrió en el pasado.
Pero esa trama de intereses privados que se ha convenido en llamar clase política, está violando constantemente las normas y revocando artículos de la constitución por cuya salvaguarda fue elegida en las urnas. Y si siguen ahí es porque la gente normal y corriente desisten de ejercer su auténtico poder porque han terminado por creer que no es suyo o que no existe.
Pero esa trama de intereses privados que se ha convenido en llamar clase política, está violando constantemente las normas y revocando artículos de la constitución por cuya salvaguarda fue elegida en las urnas. Y si siguen ahí es porque la gente normal y corriente desisten de ejercer su auténtico poder porque han terminado por creer que no es suyo o que no existe.
Personalmente me parece que el sistema se ha destrozado sobre todo desde dentro, a causa del maltrato de unos pocos con demasiado poder. ¿"más críticos y exigentes con el sistema"? Eso es dar por supuesto que el "sistema" puede funcionar sin corrupción, cosa que está por probar. Nuestro sistema político es un traje a medida para nuestra estructura económica, basada en trabajo barato y precario y en el debilitamiento constante del trabajo frente al capital, sobre todo el capital financiero, del que dependen todas las empresas. En países con una rigidez jerárquica y una concentración tal de poder político y económico, la corrupción no es una consecuencia indeseada de la gobernanza. Es un método de gobierno y de expropiación de lo común para beneficio de una minoría, de una élite empresarial y política. No se trata de ser críticos o exigir más a este sistema. Funciona perfectamente para los fines con los que fue concebido.
El resto lo que creo que queremos hacer es superarlo cuanto antes, barrer los escombros, y crear algo nuevo, más sólido y mejor, a salvo de ciertas conductas, en la medida de lo posible.
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